martes, 15 de marzo de 2011

San Martín en Ácronos

Hoy día 23 de febrero, me he levantado sin ganas de ir al instituto. Bueno eso no es nada extraño. Pero lo que si es extraño es cuando me dirijo al baño. Alguien se ha dejado el grifo abierto (estaréis pensando “¡y eso qué tiene de extraño!”); pues tiene de extraño que echaba agua pero el agua estaba paralizada, no se movía, no caía. Yo, flipando de lo que estaba viendo, y como estaba dormida pues no hice caso y cerré el grifo. Me dirigí a la habitación de mi hermana, encendí la luz y sin mirar dije “tú, vamos arriba”. Yo seguí a lo mío, desayuné, me vestí, me peine, prepare las dos mochilas…; si, hijo si, las dos mochilas, la del instituto y la del futbol.
Después de ya estar preparada y como mi hermana no se levantaba, me puse camino del instituto. Todo era tan extraño, no veía a nadie por la calle. No había ni una pizca de viento pero los árboles estaban como si se movieran, pero sin moverse; quiero decir -es que es difícil de explicar- estaban echados para un lado como si el viento los empujara pero estaban paralizados, como lo del agua. Todo era tan raro.
Seguí para adelante y no veía a nadie, pensaba que a lo mejor era fiesta y yo no lo sabía, bueno no le di mucha importancia y seguí caminando. Cuando llegué al instituto las puertas estaban cerradas, mire el reloj por si había llegado tarde, pero para una vez que no llego tarde las puertas están cerradas. Me puse a esperar para ver si las abrían. A esto que aparece Jacinto y me dice:
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